Musas de cartón

Es un hecho totalmente cierto que ya no siento nada. Después de tanto tiempo, lo raro sería sentirlo. Estoy totalmente segura de que en el trozo de corazón que ocupabas dentro del hueco que tengo en el pecho, ya no hay nada. Pero sigue sabiendo a victoria que amarga. Victoria refiriéndome a superación, no refiriéndome a guerra porque contigo siempre preferí hacer el amor. Me refiero al amor sentimental, a construir algo bonito. Del otro amor que se hace ya hablaremos esta noche.
Me desvío del tema, me desvías.
Me sabe amargo, por una sencilla razón que todos los dias a las 23:00 pm intento explicarme, muy sencillo, ya no albergo sentimientos hacia ti, pero sigues siendo la única persona por la que podría escribir horas y horas, mi musa, mi inspiración. No es que me inspires tú en sí, es que tu figura, mi representación imaginaria sobre ti, la persona perfecta que cree a partir de ti en mi cabeza, esa persona, es la que da luz a todos mis escritos. Y basándome en todo lo que sufrí por ti mucho sentido no tiene, pero cómo odiar a la persona que amaste si encima te ayuda a escribir y expresar tus sentimientos. Si tuviera que odiarte no lo haría por lo mal que lo hiciste, porque lo estabas haciendo mal bastante bien y lo justo hubiese sido haberte dado el odio que por amor no-correspondido y daño recibido te merecías, pero no es así, si decidiese odiarte (y créeme que lo intento todos los dias tras echar tres azucarillos al café) lo haría porque desde que te fuiste no quiero a nadie que no seas tú.
Y eso me duele. Porque no encuentro a nadie como tú, porque no te encuentro a ti, porque no me encuentro ni a mí, porque sin ti, yo no.

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