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Mostrando entradas de marzo, 2016

Oda al dolor del último adiós

De él recuerdo tantas cosas, dolor rompiendo mis entrañas, punzadas en mi pecho, frío bajo las mantas Recuerdo gritos, llorar hasta el amanecer, salir corriendo de tantos sitios, el primer consuelo Recuerdo heridas, cicatrices con sal, portazos en mi habitación, alarmas de incendios Recuerdo la primera despedida, los gritos de auxilio, herirme a mí misma, volver a intentarlo Recuerdo cuando volviste, las palabras bonitas, abrir los ojos, la cruda realidad Más gritos sordos, impotencia, rabia y tensión miedo, soledad y dolor mentiras, pasión y el último adiós

Despegue

giré el casette y volvió a sonar tu voz bastante familiar pero menos cercana ya no noté las espinas que antes me pinchaban no había dolor al oir tu nombre ya no dolía tu recuerdo como estacas y aunque te llevo dentro de la piel ya no quema a tu fuego soy ya tan resistente como el agua que me pare ahora quien pueda que sin ti ahogándome el alma ya no me quedan cadenas que si antes me creia libre es porque no conocia esta libertad porque de la esclavitud física te puedes librar pero ser esclavo mentalmente duele más y ahora que no hay alianza ni anillo de metal ni el más caro de los oros podrá comprar mi libertad que ahora que no te necesito como oxigeno en las venas podrías intentar cortarme, la piel se regenera sin ti tirando de la cuerda ya no hay nudos ni tengo que tensar el hilo para recordar el camino qué bien se está si no es contigo y qué liberada me siento cuando tú no eres testigo

Corazón al timón

le dije que no echase el ancla, que podían venir olas, que no se acostumbrase a lo bueno, que todo siempre se tuerce, le dije que no se hiciese ilusiones, que ya le habían hecho esto antes, que recordase por qué estaba roto en pedazos, que recordase por qué era polvo y escarcha, y mira que le advertí, que todo podía torcerse, que a lo mejor nos ahogábamos en el intento, pero no me hizo caso, el corazón no me hizo caso, cogió el timón del barco como siempre pasa, que la mente se rinde y el corazón se embarca, y ahora controla él mis movimientos, ahora más firmes, pero a su merced, ya que él decide el camino de este viaje, y mi corazón le elige a él

Las mil y una noches

en noches bohemias recuerdo sus acertijos cómo me enredaba entre las sábanas su magia de hacerme olvidar los trucos y el ímpetu que gasté luchando por nada las tardes infinitas y las noches reversibles los besos, las caricias los poemas, las canciones la primera pelea y su respectiva reconciliación los primeros llantos, el olor a nuevo retorcerme entre sus tormentas la luz que asomaba entre las nubes la vuelta a los huracanes el cielo y la tierra el agua y el fuego las primeras quemaduras los saltos en la cama hasta romper los muelles callando susurros entre lana y algodón los vientos que arrasaban que me rompían, que desgastaban la impotencia de chocarse contra un muro y las persianas bajadas la primera rendición y volver en busca de un segundo asalto más paseos al Edén y la vuelta a la vida otra vez y de la vida al infierno volviendo a quemarme mientras suplicaba piedad mil y una noches en vela y aún así si volvieses te pediría una noche más...