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El duelo sin fin

No hay mal que cien años dure, pero ya van cinco y no puedo ver tus fotos, no puedo ver cómo sonries con la persona que me clavó el puñal, que mientras le sangraba la mano se reía, que no le importó irse contigo y quitarme dos columnas de golpe de este edificio que ahora son ruinas, que da igual el tiempo que pase y no se cierran las heridas, que no volví a conocer una hermandad como la que nos sostenía, que hay golpes que dejan un moratón de por vida, que si volvieras a estas alturas ni siquiera me lo pensaría, te juro que sabías que me estabas haciendo el peor de los dolores, y lo sabías porque te lo dije, porque aun hoy en día sigue clamando al cielo, que me abandonases sin sentido, que me dejases mandando mensajes a un teléfono apagado, que rompieses un vínculo de por vida de la noche a la mañana, que me dejases gritando en cualquier cabina sin monedas, me duele darte tanto poder y tanta importancia, darte más razones para tu arrogancia, me duele darle luz a alguien tan cobarde, me

En el umbral

No tolero las mentiras piadosas, no encuentro ninguna piedad en mentir, no me importa el contexto, ni me convencen los atajos que llevan a un lugar al que puedes llegar sin ellos, Para mí la intuición es el motor de la máquina, y las corazonadas la gasolina, y sin ninguna base científica pero avalada por la experiencia, creo a pies juntillas en que todo lo sé antes de que pase. La comparación física, mental, de validez de uno mismo con otros, crea un entramado de agujas en pecho, estómago y cabeza, donde fácilmente alguien con más poder, puede atar unos hilos y moverte a su gusto. Hasta dónde puede llegar la vulnerabilidad para no sentirse como una derrota de la autoprotección a la que debemos atarnos para no morir en el intento, cuántas capas de escudo puede generar un cuerpo que ya se ha roto anteriormente, Tengo luchas internas donde no consigo vislumbrar a los participantes, y dudo de cada argumento que propongo, no sé si lo erróneo es lo antiguo de dentro o lo nuevo de fuera, y de

Cartas en prosa: II

Con la inmundicia de lo diminuto que a veces se queda el cuerpo encima del lecho más grande de afecto, me encuentro de golpe en total indefensión. Chocando de bruces contra un sentimiento desconocido que creía conocer perfectamente, pero en nada se le parece a lo que creía verdadero hace un tiempo. La lección de humildad que el amor te plantea cuando se muestra en su forma más pura no te viene en sorbos de café que puedas medir o fraccionar, simplemente un día no lo conoces y al día siguiente tienes que lidiar con todo lo que conlleva. El amor que de verdad tiembla y retumba entre las costillas y lo sientes hasta dentro de los huesos es un amor que te planta en frente de un espejo y te hace verte débil, insegura y, otra vez, indefensa. Como cualquier amenaza que vemos alta (más alta que nosotros) y por mucho sol que aporte arroja una sombra que no cualquiera sabe tratar.  Empiezas a trabajar porque ese miedo de perder algo tan valioso se diluya hasta desaparecer y en el proceso creces

Cartas en prosa: I

No me parece justa la invasión, ni que las calles ya no puedan ser zona neutral. Siento que por una parte estamos en tablas, y que el daño que te hice (colateralmente y por consecuencia de la separación vital) se ve contrarrestado ahora por la incomodidad de tu presencia. Tu presencia que sucede cada vez que hago mi rutina en la que siento que no estabas antes pero ahora, por obligación, estás. Si salgo a comprar. Si salgo a bailar. Si salgo. Te aprecio, te estimo y te deseo la mejor de las suertes, pero te tengo hasta en la sopa. En la calle de enfrente cuando me asomo por la ventana, en el portal si me giro y en la carretera si conduzco. Y explicar lo de siempre, sin que se entienda que la incomodidad es solo fruto de un hecho casi físico e inculcado hacia la gente que fue en nuestra vida y ya no es. Un odio irracional. Más que odio, irritación. Y en bucle cada día. Y cuando voy al gimnasio, y cuando salgo de una tienda. Lo cual me arraiga más a una vida idílica fuera de aqui,

Reflexiones en caída libre

Siento un hueco en el pecho, donde suena un eco tan vibrante que marea. Dicen que cada pérdida duele menos porque vas haciéndote más fuerte pero yo siento todo lo contrario, siento que cada pérdida es más profunda, como un golpe en las rodillas que te hace cada vez más incapaz de mantenerte en pie. A veces me paro a pensar si no sé estar sola o si que sé pero no quiero. La diferencia entre ambas opciones es un abismo y a su vez es una linea infinitamente fina e intangible.  Todos queremos que nos quieran, pero obsesionarnos con ello solo crea espejismos donde hay desiertos de pura arena.  Solo me he enamorado una vez en la vida, o eso creo, aun estoy trabajando en asumir que lo que hay después de la montaña rusa del principio también es amor, es mi mayor cuenta pendiente. Igual por eso sigo buscando en cada parque de atracciones la sensación de subir 200km/h de un minuto a otro, aunque si me paro a pensarlo hubo muchos más descensos en picado. Aún así no quiero pensar que el amor más f

Alma libre

Como el viento que roza mi cara, y la arena que abraza mis piernas, vuelo mientras me mece el aire abrupto, hoy a la sombra del árbol, y mañana a la luz del sol que más quema, volátil, versátil, me doblo y me tuerzo, una vida en espiral ("nos veremos al final"), reptando por un túnel, trepando por las paredes, a cada golpe menos endeble, a cada decisión más decidida, a veces jugándomela a suertes, otras deliberando durante días, pero siempre firme, cada vez más selectiva, y sin compartir mi libertad con cualquiera, pero dejándome sentir a flor de piel, hasta las costillas, o a por todas o no lo quiero, siempre libre, que sea lo que el alma quiera. alma libre: que se deja fluir, sentir, llevar.

Pozo sin final

Me he visto en la esquina de la barra del último bar buscando tu reemplazo, buscando en otra gente poder remediar la herida, que se te parezcan o que me hagan sentir parecido, que me den la mitad de lo que yo te daría, pero he llegado a la conclusión de que tu hueco va a morir vacío, que se llenará de polvo y telarañas hasta que se lo coman las termitas, y no voy a seguir buscando serrín para tapiar un pozo, el agua me llegará hasta los pulmones y me ahogaré antes de que el cubo toque el suelo, he destruido cada momento cercano a la felicidad en estos últimos meses, y no estoy valorando cómo la vida me está compensando esta derrota con multitud de victorias, porque solo pienso en tu ausencia y no salgo de este bucle sin fecha de caducidad, convirtiéndote en el monotema que hará que todo el mundo deje de escucharme y me tome por loca, y todos se irán sin destino por no escuchar más tu nombre, quizá yo haga lo mismo, pero no me valdrá de nada porque: "de qué me sirve salir de esta i