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Mostrando entradas de abril, 2016

Oleaje

brisa ensordecedora que mata callando, ruido de veleros por el mar de tus caderas, viento silencioso con presunción de huracán, nubes de vapor meciendo a la luna, una nana suena en el fondo de una concha, y una piedra está besando al oleaje, dos enamorados juegan en la arena, la espuma de las olas rozando las puntas de su pelo, y cierran los ojos para no despertar del sueño, gaviotas buscan refugio en el aire, y migas de pan juegan a esconderse, sendero de montaña hace desembocar un rio, y entre afluentes se deslizan los peces, árboles abrazan con sus ramas a la brisa del viento, y tú vuelves a romperme los castillos de arena.

Alzando la voz

mamá me he enamorado he encontrado mi edén tras las barricadas y las pancartas gritando: que les den! he encontrado la fuerza que tenia escondida y la uso para alzar la voz contra opresiones mi lugar está allá donde haya que defender una causa y lucharé hasta acabar con los opresores he encontrado mi hueco en el mundo y se esconde entre cientos de personas con los mismos ideales que yo quiero hacer ruido contra el sistema y que me oigan los de fuera por fin siento que pertenezco a un lugar y ese lugar es tantas personas como quieran chillar mamá me he enamorado de la revolución me enseña valores que ahora enseño yo y me abre los ojos para atar cabos en este estado matador estoy en contra de esas cosas que me inculcan desde pequeña porque no son más que ideas de corta y pega nos adoctrinan en la competición pero las cosas cambian ya no competimos ahora se unen nuestros gritos cánticos repetimos en masa y eso a los que tienen el poder les quema mamá por fin me he en

Inframundo interior

lo que me gustaba de él era lo de dentro, después de unas cuantas puertas, con sus respectivos candados, tenía un gran mundo interior, acogedor, reguardado y limpio, como si poca gente entrase en él, una estanteria llena de libros, alguno de Salem, y unas cuantas poesías subidas de tono, música instrumental y una guitarra, partituras manchadas con café y tazas vacías, un sofá para dos en el que yo no cabía, y una mesa con una pata coja, una alfombra de pelo, y un gato negro y blanco que maullaba, ruido de fondo y una cabeza pensante, fotos con amigos y amigos interesantes, me sentaba allí al fuego de la chimenea, y me quedaba dormida noches y noches, retumbaba en aquella cálida estancia cada palabra que me decía, me guardé un te quiero, porque aquel día supe que no volvería.