Carta de despedida en Do sostenido
Como cuando pones un punto después de un texto, como cuando
te bebes la última gota de un vaso de whisky, como cuando terminas un libro y
lo cierras o como cuando marchita una rosa y decides tirarla; como todos esos
momentos, a nosotros nos llegó el nuestro.
Más bien a mí, porque tú lo acabaste hace un tiempo, era yo
la que seguía con la vela encendida esperando que vinieses a protegerla
conmigo. Pero como todos esos momentos, todo tiene un final, y es hora de que
yo escriba el nuestro.
Para mí nada muere hasta que no escribo que está muerto,
y definitivamente esta carta no esconde otra cosa que un amargo final, que
podría haberse alargado o podría haber acabado de alguna forma mejor, pero no,
por la fuerza del destino, por casualidades de la vida o simplemente por
elección tuya, esto acaba con un sabor amargo en los labios y una acidez en el
estómago que acabó matando a las mariposas que tú mismo habías puesto ahí
dentro.
Como todo lo que acaba, aquí llega nuestro final, no sé si
deseado por eso de acabar el letargo o el sufrimiento de la esperanza sin
motivos pero supongo que será lo mejor para los dos. Odio esa maldita
expresión, odio que alguien te deje y te diga: es lo mejor para los dos, como
si para ti lo mejor no fuese estar toda la vida en su regazo. Simplemente di
que es lo mejor para ti, pero no intentes tirar el cuchillo al suelo después de
habérmelo clavado. Simplemente no tiene sentido. Como cuando dicen “no es por
ti, es por mí”, claro que es por ti, no lo dudo para nada, si por mí fuese no
estarías diciendo ninguna frase, tendrías la boca ocupada. Ya sabeis, todos
esos cuentos chinos que suceden cuando se acaba el amor. También odio esa
expresión, el amor no se acaba si es amor de verdad, el problema es que para
que sea amor de verdad tiene que ser recíproco, y si decides ponerle final es
que no sentías amor verdadero.
Excusas, excusas y más excusas, maquillar los finales es propio
de gente sin principios, pongas el pretexto que pongas el daño vas a hacerlo
igual, ¿por qué dramatizarlo tanto?
Pero qué sería la vida sin maquillajes, sin ocultar verdades
dolorosas, sin secretos, sin máscaras, la vida sin dramatismo no sería vida
porque la vida en sí es un drama, una obra de teatro. Y yo soy el extra de una
obra que no quiero hacer.
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