La distancia más próxima

Puedo jurar que te hubiese reconocido incluso 300 metros más lejos, que tu ropa para mí es inconfundible y que tienes el pelo más negro de toda la comarca, o al menos se muestra así a mis ojos. Incluso a la distancia que estabas he podido oler tu colonia porque la tengo guardada en mi cabeza, y te he imaginado sonriendo bajo la lluvia que cubría tu cuerpo caminando a lo lejos. Es fácil imaginarte, no voy a mentirte, es fácil pintarte en mi cabeza parte por parte, de arriba a abajo, con pinceles más finos o colores más oscuros, lo hago día tras día. Cuando te veo a lo lejos solo quedan mis ganas de lanzarme a darte un abrazo y que caiga en la sombra que hace la luz cuando incide con tu cuerpo, porque te retirarías y por eso no me acerco. Quedan las ganas de hablarte, de preguntarte cómo te va y que me contestes cosas absurdas pero sonriendo entre medias. Es fácil pintarte en mi cabeza porque no olvido ni un centímetro de tu cuerpo, lo difícil es verte y que las manos se me hielen.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Oda a las ganas

El duelo sin fin

Cartas en prosa: I