Libertad

Libertad, esa palabra que desgastamos, pero que no sabemos usar. 

Llamamos libertad a cosas nimias, a que nos dejen salir hasta que anochece, a que personas externas nos concedan caprichos propios. Pero la verdadera libertad reside en uno mismo, incluso estando encerrado en cuatro paredes. 

La libertad no tiene definición, no tiene barreras, no conoce límites, para mí su significado es la suma de todos los hechos que nos liberan, que nos hacen ser lo que de verdad somos o queremos ser. 

Para mí libertad es dejarme sentir, es no tener miedo (o afrontarlo), para mí la libertad es un concepto abstracto, que va más allá de cualquier infraestructura, o de cualquier decisión, más bien es una suma de todas esas decisiones encadenadas que rompen con la rutina, con lo establecido, o con lo que debemos sentir. 

Mi libertad no depende de nadie, a veces no depende ni de mí misma, si no de mis impulsos. 

Qué difícil concepto, tan maniatado por la sociedad que nos rodea, por la cultura que nos amamanta. 

Para mí la libertad es lo contrario a la ataraxia, osea, no encontrar nunca el equilibrio, ni la estabilidad, o basar la propia estabilidad en una serie de inestabilidades. 

Para mí, ser libre, es hacer lo que me haga feliz, el único límite es el de no dañar a otras personas por el camino. 

Aprendí que la libertad no era volar como un pájaro, si no volar cuando me apetezca, quedarme en el suelo cuando así lo quiera, y saltar si en el momento necesito hacerlo. 

Libertad, vives en mí y solo a ti te rindo cuentas, porque me ayudas a ver quién soy de verdad, y tú me oyes cuando yo te oigo. Qué bonito nombre tienes.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Oda a las ganas

El duelo sin fin

Cartas en prosa: I