Indiferencia

El problema no está en quererlo todo,
está en no cuidar nada,
y siempre acabamos suplicando al silencio,
que necesitamos más tiempo,
solo un poco más,
pero se queda callado,
y luce su mejor indiferencia.

Me fui por la puerta pequeña porque nunca me enseñaste otra,
porque nunca llegué a entrar dentro,
y nunca te importó tampoco,
cada minuto que ignoraste cómo te ofrecía mi vida,
cada minuto fui creando estas alas,
y huí del paraíso que para ti era este infierno,
y ahora quema mucho más,
pero mi corazón se ha vuelto ignifugo.

Desde el primer momento vestiste esa ambición sin límites,
pisándome a tu lado como la hierba verde,
quererte era como tener una deuda constante con un juez y verdugo,
era esperar todos los días a que, en algún momento, ganase la parte buena,
pero siempre parecian espejismos,
hasta que me di cuenta de que lo eran,
y no volviste a pisarme,
ni te dejaré volver a intentarlo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Oda a las ganas

El duelo sin fin

Cartas en prosa: I