Blanco pálido color cálido

Pegaba la brisa arenosa que el mar siempre pega,
y que en la piel se queda,
yo mientras tanto a la orilla,
contemplaba la escena,
con mi cámara grababa para algún film sobrevalorado que tendria en mente,
y mientras con decoro me adentro en el agua,
para una panorámica del panorama,
veo que hacia mí camina un destello,
vestido de blanco y con cara de premio,
con la piel tan pálida como acostumbra,
a priori le miro y me deslumbra,
a posteriori deseo que me hubiese quemado la vista,
y me saluda con los brazos abiertos no sé si celebrando haberme visto o celebrando que llevaba tanto sin verme,
el corazón me va a mil y de la propia fuerza del latido me empuja hacia él,
cuánto tiempo sin verte espero que te vaya bien,
y a la chica con la que vienes dado de la mano espero que también,
sonriendo precavido que vale por dos,
se vuelve a alejar entre la espuma de la marea,
y en las huellas ya por quedar no se queda,
ni la propia humedad de la arena,
compungida me doy cuenta del momento,
pero también me doy cuenta de que me despierto,
y mil doscientos nueve días después vuelves a despertarme con un dolor en el pecho,
a lo que siempre acostumbras,
a volver sin haber vuelto.

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